Era tan claro. Los reportes que se recibían de Iguala el 26 de septiembre indicaban que ejército, federales, policía municipal y delincuencia, estaban operando actos de represión contra la población civil, en particular contra los estudiantes de Ayotzinapa. También era claro que se ignoraba el motivo. Como el asesinato de Tony Durán, en Blanco Nocturno, nadie alcanza a comprender el motivo. Renzi anda por ahí, de arriba a abajo, tratando de desentrañar el misterio, de identificar al culpable -como en Ayotzinapa, hay chivos expiatorios apresados desde el primer momento-. Sin embargo la prensa, en el caso de los normalistas, renueva la información, o la recicla, con datos que se conocieron los primeros cinco días a partir del 26, es decir, al finalizar septiembre. La información, según la prensa, es nueva -lo harán para vender más rotativos-. La prensa defiende su derecho a la libertad de expresión y su derecho a vender, a construir una telenovela. Como el diario para el que trabaja Emilio Renzi, que le piden, no suelte toda la verdad de un solo golpe, sino que la vaya administrando para generar expectación en el lector.
Era tan claro que había sido el Estado, que lo había operado el ejército. Pero aún desconocemos el motivo. El motivo, como en Blanco nocturno, puede ser la disputa de dos bandos en el poder y la lección que uno de esos bandos quiere darle al enemigo: la demostración de su fuerza. Nosotros, la población, quedamos en medio por mala suerte, porque sobramos.
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